Antonio Conte ha sido claro. Después de la victoria contra el Monza, el entrenador del Nápoles ha pedido a la directiva garantías para el futuro. Inversiones para quedarse, promesas concretas para continuar un proyecto que nació como trienal, pero que podría terminar después de los próximos cinco partidos. ¿Existen las condiciones para seguir juntos? ¿Será De Laurentiis como el del verano pasado o como el de enero? El técnico italiano conoce las limitaciones de su plantilla y las dificultades de la Champions, y pide una campaña de fichajes de primer nivel. Por otro lado, si el club quiere retenerlo, deberá responder con nombres, presentar los primeros fichajes (quizás Sudakov…) y garantizar la renovación de los campos de entrenamiento, que considera inadecuados.
Una discusión normal que en Nápoles se ha convertido en un debate público, algo habitual cuando el entrenador es Antonio Conte. Su tono suave en enero engañó, el entrenador italiano solo había pospuesto el momento del enfrentamiento, pero no pudo contenerse hasta el final de la temporada. Estuvo cerca. Y así, tras el partido que devolvió al Nápoles a la cima, salió con frases como: `Debo protegerme, de lo contrario habrá sido un gran viaje juntos`. O: `No puedo poner mi trasero listo para ser abusado`. Son formas diferentes de pedir una importante campaña de fichajes, de construir una estrategia de salida si no la hay. Métodos habituales de Conte, legítimos. Pero estas palabras solo cuentan una parte de la verdad, porque Conte el sábado por la noche también añadió: `Me pidieron ayuda y vine al Nápoles para ayudar`. ¿Pero fue realmente así?
Hoy Antonio Conte es de nuevo uno de los entrenadores italianos más cotizados, pero hace un año la historia era muy diferente. Su aventura en el Tottenham terminó en marzo de 2023 tras un cuarto puesto y otra temporada que fue a peor, deslizándose entre problemas personales y trece derrotas antes de la rescisión.
En la primavera de 2024, Conte buscaba constantemente un nuevo equipo. Sabía, por ejemplo, que en la Juventus el ciclo de Allegri estaba llegando a su fin y se movió para entender si había margen para volver. Lo intentó, lo esperó, pero Cristiano Giuntoli lo descartó pronto sin muchas contemplaciones.
También hace un año, Conte tanteaba el terreno con el Milán. Justo cuando el club rossonero buscaba al sucesor de Stefano Pioli, su segundo entrenador Stellini concedió una entrevista para hacer saber que sí, que aceptaría la llamada de Ibrahimovic y Furlani. `Todos los grandes equipos, como el Milán, pueden convertirse en proyectos adecuados para Conte: no hay ninguna exclusión por parte de nadie. El Milán es un equipo fuerte, que es segundo en la clasificación. Cierto que hay una distancia con el Inter que hay que cubrir, Pioli ha hecho grandes cosas y en la historia de Conte estas distancias se han cubierto`, dijo el 13 de mayo el segundo de Conte. Declaraciones muy claras a las que Ibrahimovic, en la presentación de Fonseca, respondió sin rodeos: `Conte nunca fue considerado, no es lo que buscábamos`.
A posteriori, está claro quién entre Milán, Juventus y Nápoles tomó la decisión correcta. Que De Laurentiis hizo bien en contratar a Conte con un salario nunca antes pagado a ningún otro entrenador y luego complacerlo en el mercado. En desligar en un momento dado las compras de la venta de Osimhen, que luego se produjo fuera de plazo y en forma de cesión.
Pero la historia de `quién ayudó a quién` es muy diferente a como la contó Conte, porque el matrimonio sellado el pasado 5 de junio no fue un acto de bondad, sino un resurgir juntos. Tras el Tottenham y más de un año de inactividad, Conte necesitaba al Nápoles, al igual que el Nápoles necesitaba a Conte tras un desastroso décimo puesto. Los caminos simplemente se cruzaron en el momento adecuado y a partir de ese momento comenzó un viaje emocionante pero con un futuro incierto. Todo dependerá del cara a cara que haya a final de temporada entre presidente y entrenador: existen las condiciones para seguir juntos.