Tal vez ni él mismo se lo habría imaginado, Édouard Mendy, ser campeón de Europa en un año. Y menos como portero titular de uno de los equipos más poderosos del viejo continente como el Chelsea. Esta es la razón por la que el fútbol es tan impredecible para cualquiera que lo practique. Mendy, hasta los 24 años, jugaba en el equipo filial del Olympique de Marsella, antes de ser fichado por el Reims, también para su segundo equipo. Sin embargo, en la región de Champagne logró destacar, convirtiéndose en el portero titular del club y jugando dos excelentes temporadas, tanto en la Ligue 2 como en la Ligue 1.
Luego llegó el Rennes, donde inicialmente no era titular. Veinticuatro partidos fueron suficientes para convencer al Chelsea de apostar por él – pagando una cifra considerable, alrededor de 25 millones – como segundo portero, detrás de Kepa, el más caro de la historia. También aquí, al poco tiempo, logró ascender al puesto de titular. Una historia de ensueño que culminó el 29 de mayo, cuando jugó la final de la Champions contra el Manchester City, el primer africano en lograrlo desde Grobbelaar, manteniendo su portería a cero y ganando 1-0 con un gol de Havertz.
Este gran momento lo ha llevado a ser reconocido como uno de los mejores del mundo, tanto que ha entrado en el radar del Al Ahli: se hablan de unos 20 millones para su compra y un contrato muy lucrativo, como todos en Arabia Saudita. Hoy Édouard Mendy cumple 33 años.