“Se fue con gran estilo, el mismo estilo que caracterizó su vida y su carrera”. Así, Fabrizio Maffei, periodista veterano de la Rai, recuerda a Bruno Pizzul, quien falleció hoy a los 87 años. “Fue un maestro para muchos de nosotros, uno de los tres más grandes narradores italianos junto a Carosio y Martellini. Recuerdo que en Ciudad de México, durante el Mundial del 86, Nando no se sintió bien y Bruno se convirtió en la voz de la selección italiana, y lo fue durante muchos años”.
¿Cómo era Pizzul?
“Podía parecer un poco huraño, pero en realidad era muy jovial. Recuerdo grandes partidas de tressette durante los largos viajes de un estadio a otro en México. Partidas en coche con Ciotti y técnicos de radio. No eran partidas fáciles. Si te equivocabas, te regañaban, y aún lo recuerdo… Llevó una vida muy rigurosa. En Milán trabajaba en la sede de Corso Sempione, luego almorzaba siempre en la misma trattoria, después una partida de escoba con sus amigos de siempre y de nuevo a la televisión. Iba a trabajar en bicicleta, estaba muy cerca de la redacción. Debo decir que era generoso con los consejos, pero solo si se los pedías. Un colega silencioso pero siempre presente, y no solo por su tamaño”.
¿Qué representó en términos de narración?
“Pertenecía a la vieja escuela, era de pocas palabras porque nos enseñaron que los protagonistas eran los jugadores. Y nunca superponía su voz a lo que los espectadores estaban viendo y disfrutando. Durante las narraciones no se contaban las pasiones o las historias de los futbolistas, sino que nos centrábamos en ese jugador porque había hecho un buen tiro o un buen pase. Bruno era esencial porque esa era la enseñanza que nos habían dado”.
¿Cómo debe ser recordado como narrador?
“Pasó a la historia por una serie de expresiones, por ejemplo, ‘Todo muy bonito’… Pero fue uno de los tres más grandes narradores que la televisión italiana haya tenido jamás, no solo a nivel futbolístico. Y narró muchos triunfos, no solo de la selección nacional, sino también de los clubes”.