Dos mensajes diferentes para el mismo resultado. Desde el Lazio de Maurizio Sarri al Lazio de Marco Baroni parece que ha pasado una era geológica, pero ni siquiera han pasado doce meses desde la dimisión del técnico toscano tras la derrota ante el Udinese. Once meses después, otro partido en casa contra los friulanos deja un sabor amargo diferente, pero con un denominador común. Las expectativas sobre el Lazio cambian la percepción de la temporada, la narrativa cambia la realidad. “Se crean expectativas inalcanzables que generan frustración y que conducen a una insatisfacción perenne”, decía Sarri hace quince meses antes del partido en Madrid contra el Atlético. Nadie en el primer año de Sarri pensaba que el Lazio pudiera ser la primera alternativa al Napoli de Spalletti, y sin embargo los biancocelesti terminaron segundos en la clasificación. Sin embargo, ese segundo puesto creó una expectativa inalcanzable, que llevó a la insatisfacción del año pasado. Un octavo de final de Champions jugado contra el Bayern de Múnich, ganando la ida y teniendo en la vuelta la oportunidad de la vida para adelantarse y volar a cuartos. Pero todo esto no fue suficiente, las expectativas en torno a aquel Lazio eran demasiado grandes y el grupo no pudo soportarlo. Y al final, el que pagó fue primero Sarri, y luego, uno a uno, casi todos los senadores de aquel vestuario.
Lazio, de la depresión veraniega a la insatisfacción actual
La llegada de Baroni había hecho caer las tinieblas sobre el mundo biancoceleste. De “objetivo 40 puntos” a “enfrentamiento directo en la primera jornada contra el Venezia”, el pensamiento era lo más pesimista posible. El pesimismo cósmico se transformó semana tras semana en algo diferente, con Baroni que desde el principio subió el listón. “No tenemos tiempo, aquí tenemos que ganar”. Y su Lazio ganó, llegando al ecuador de la Serie A en cuarto lugar, igualado con la Fiorentina y en cabeza de la clasificación de la Europa League. Los escenarios han cambiado, del pesimismo cósmico se ha vuelto a las viejas “expectativas inalcanzables”. Y en una semana en la que el Lazio gana en San Siro contra el Milan (segunda vez en los últimos 36 años) y gana a domicilio la ida de una eliminatoria en Europa (no ocurría desde marzo de 2013, Stuttgart-Lazio 0-2), la narrativa se centra en los dos puntos perdidos en clave Champions contra el Udinese. En un período de emergencia entre dolencias, lesiones y sanciones (Rovella y Gigot no estarán contra el Plzen), el Lazio debe volver a centrarse en el corto plazo. Pasar la eliminatoria mañana y clasificarse para cuartos de final, sin pensar en la final de Bilbao. Preparar luego lo mejor posible el partido contra el Bolonia del domingo, sin mirar lo que hará la Juventus en clave cuarto puesto. Nada de “expectativas inalcanzables” o vuelos pindáricos, de lo contrario volverá la “insatisfacción perenne” que tanto le costó a Maurizio Sarri.
